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La zona vitivinícola de la Ribera del Duero discurre en el interior de la meseta norte y tiene al río Duero como eje vertebrador en toda su extensión. Con sus primeros orígenes en la época de la Hispania romana, no será hasta el siglo XIII cuando se extienda el viñedo por sus tierras. Esta tradición vitivinícola, con sus periodos de bonanza y declive, ha llegado hasta nuestros días y ha dejado su huella en el paisaje, la cultura y la personalidad de sus gentes. Una zona que toma cuerpo como denominación de origen vitivinícola en 1982; hasta entonces se elaboraban y consumían claretes del año, y gracias al empuje de un reducido grupo de bodegas empeñadas en hacer las cosas bien, nace la denominación de origen.